Cómo hacer tarta de queso al horno

3 junio 2009 at 19:46 Deja un comentario

tartadequeso

4 huevos, queso fresco con sal, bote pequeño de leche condensada, 1 yogur natural y la misma medida de leche que de leche condensada.

Estos son los ingredientes que tengo. No sé cuánto queso fresco tengo que utilizar, pero, en fin, quiza con 25o gr sea suficiente, ¿o no?

Y ahí que voy, como una campeona, a cocinar, como la Arguiñana de mi casa que soy, una tarta de la que no tengo muy claro la cantidad de ingredientes. Pero, como muy incomestible no quedará, pongámonos manos a la obra. En primer lugar, tengo que comprar caramelo para caramelizar la bandeja donde hay que echar la mezcla de todo eso. Y no tengo yogur natural, pero sí desnatado con sabor a fresa. ¿Y por qué no? Quedará una tarta de queso con un ligero toque de fresa. Mmm ya se me hace la boca agua.

En un bol echo los huevos. Vaya, uno tiene una yema un poco rara. Está como arrugada. Estoy segura de que es fresco, porque hice la prueba del vaso de agua y no flotaba, pero, vamos, que esta yema necesita un lifting. A continuación, las dos mini-tarrinas de queso fresco y el resto de ingredientes. Y menos mal que no he caramelizado ya la bandeja pequeña, porque esto es ¡una enormidad! Pero esto da para una tarta para ocho. Necesito la bandeja grande y, lo más importante, ¿quién se comerá toda esta tarta? Mañana, qué suertudos mis compañeros de oficina, tendrán postre gratis 😉

Hala, a batir. El dichoso queso no se deshace bajo las aspas de mi batidora. Venga, dale, pilla cacho de queso fresco y pásale por encima la batidora. Pues nada, que sigo encontrado pedazos gordos de queso. Maldición, máldita sea, porras, por los clavos de Cristo: se me ha caído parte del líquido que es la masa sobre los pantalones, en el suelo, en el mueble… Esta cocina está hecha un cisco. Venga a fregar.

Y el queso sigue negándose a deshacerse. Así que lo aplasto con el tenedor. Vierto el caramelo líquido en la fuente. Y venga, p’arriba p’abajo para que vaya esparciéndose. Pero como tarda un montón y ya estoy harta de la dichosa tarta, y total, estoy ya hecha un asquito (recomendación de Arzaka: pónganse siempre un delantal; no estoy peor gracias a él), hale, a repartirlo con las manos.

Este debe de ser uno de esos días en los que todo se cae, todo sale mal, nada está en su sitio. Porque en cuanto abro la puerta del horno y saco una de las bandejas, ¡al suelo! Los vecinos de abajo van a acabar creyendo que voy a hacer un agujero en su techo.

Por fin la tarta está en su sitio: el horno precalentado. ¿Cuánto tiempo? Según el hombre que me dio la receta (sí, un hombre; de ahí la precisión de sus instrucciones, para que luego digan), a ojo. ¿Y «a ojo», qué es? Utilizaré la técnica para los bizcochos adaptada a una tarta de queso fresco: cuando el tenedor salga seco, pero en este caso cuando la mezcla haya dejado de ser líquida y se haya convertido en algo sólido.

Pero, ¿qué es eso? Está burbujeando y el carámelo está subiendo y de repente hay geiseres y se ve el caramelo, que estaba debajo, asomando como lava de un volcán. ¿Por qué hace esto? ¿habré puesto mucho calor? ¿está hirviendo el componente lácteo (que es toda ella, vamos)? ¡Mamáaaaaaaaaaaa! ¡mamá!

El caso es que ahora mi tarta de  queso tiene toques ligeros de caramelo en su parte superior, en vez de haberse mantenido en la inferior. Pero no está mal del todo. Comestible es, al menos.

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Un baile en Nairobi, de Nicholas Drayson Manifiesto ciudadano

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