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Dos años

Fotografía de Gustavo Marco, en su perfil de Instagram, que puedes ver aquí: http://bit.ly/insta-gmarco-cisnes
«Sólo dos años» o «dos años ya» son conceptos aparentemente contradictorios que, sin embargo, ellos ven compatibles. Son espacios temporales que no dependen del paso de días, semanas o meses; dependen, si queréis saberlo, de los latidos del corazón. O de los kilómetros recorridos en uno y otro sentido o de las horas compartidas a través de un teléfono. O de aquella tarde de domingo en la que se quedaron dormidos con la aplicación de vídeollamada abierta, recuerda ella aquella tarde de aquel domingo.
Dos años ya, dicen algunos, que son tres, comentan quienes enumeran sus momentos. Que se pueden limitar a uno, si lo cuentan otros. Pero que, sonríen ellos, es toda la vida, porque, ¿cómo son esos versos que dicen que todo lo vivido es una preparación para llegar al otro?
¿Existen esos versos? ¿o me los he inventado?
En realidad no importa si existen. Lo importante es que es cierto, sí, que todo lo vivido fue el camino que les llevó al otro.
Más allá del sonido de tu nombre

Imagen extraída de la galería de Flickr de Max Boschini que puedes ver aquí http://www.flickr.com/photos/18548550@N00/5123578/
La casa está llena de los ruidos de la televisión o de la radio. O de la música que suena en el reproductor. Está llena de las carreras de los pequeños al jugar, de sus sonidos en cada movimiento. Y aunque no hay un hueco donde pueda estar agachado, la casa está llena del silencio de tu ausencia.
(El título de esta entrada es el primer verso de un poema de Beatriz Gimeno: «Más allá del sonido de tu nombre/ que me clava tu ausencia en la memoria,/donde acaba tu cuerpo,/donde comienza el mío/cada mañana, me salva la poesía»)
Su tiempo se mide por cruces en un calendario.
Sus días se miden por cruces en un calendario. Tacha el tiempo con rotulador permanente para llegar al tiempo que importa. Los días que pasan se olvidan o almacenan; todavía faltan algunos para llegar a los días que marcan la piel. Para alcanzar el día en que se cubra el hueco vacío de la cama, ese al que da la espalda cada noche; ese, en cambio, en el que se acurruca cuando tiene frío aunque haga calor porque, fantasea, guarda todavía el espacio de ese cuerpo por el que marca cruces un calendario.
Cadejos
(La fotografía está sacada de aquí: http://bit.ly/TAoMor)
Tengo cadejos en el cabello.
Y me dices que me lo corte.
¿Y cómo voy a cortar el pelo si se forman los enredos cuando son tus dedos los que lo enmarañan?
Silencio abismante, más nada

Podéis encontrar más información sobre la obra de Ignacio Llamas en su página web http://www.ignaciollamas.com/
Cerró la puerta de la casa tras haber entrado las maletas. Ese bendito silencio que siempre la había acogido como contrapunto perfecto para la algarabía de su vida se convirtió entonces en un silencio que la ahoga. ¡Cómo se echa de menos el sonido de unas voces!
«Estoy abajo», se lee en el móvil. Y abajo va en busca de una cerveza y de las risas que llenen esta calma vacía.
Nota: El título está tomado del segundo verso de un poema que podéis encontrar aquí.
No camiño hai un pálpito que medra silencioso

Amencer do 14 de agosto de 2012. Fotografía de Gustavo Marco, que sempre me agasalla cousas tan fermosas.
Baixou do automóbil e pechou a porta. El quedaba dentro, preparado para volver poñer en marcha o coche. Sen ela. Rematou a viaxe que comezaran o agosto aquel, sen ter pagado máis das contas que botaran.
Ou quizais foi algo máis caro para el, que seica non sumou ben as peaxes polas que tiña que pasar.
Baixou do coche, dicía, e pediulle que fixese a modo o camiño de volta á normalidade; que a fose chamando, que a avisase cando chegase a casa. Subiu ó piso e desfixo a maleta. Gardou todo con coidado no caixón dos recordos ben queridos e preparou a correr unha nova maleta, con nova roupa, con novas chaves, cun corazón preparado de novo para novas paisaxes.
Albiscaba un novo día e a entrada agardaban no buggie co motor en marcha. Meteu a maleta no maleteiro e susurrou: «arrinca, amor, marchamos».
Nota: O título forma parte duns versos do poema «En dirección ao norte», de Miguel Anxo Fernán-Vello:
No camiño hai un pálpito que medra silencioso
no pozo que sentimos como unha flor de neve
aberta lentamente no corpo.
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