Lo que recuerdo de ti.

Lo que quiero recordar cuando pienso en ti no es tu fotografía en los obituarios de los periódicos, días después de que tu cuerpo quedase atrapado entre los hierros retorcidos de un tren de cercanías.

Lo que recuerdo cuando pienso en ti es tu atención cariñosa y tu preocupación porque desayunase bien para enfrentar el duro día de estudio en la Biblioteca Nacional, metida la cabeza en aquellos libros impresos en 1627. O tu negativa a que comiese un bocadillo cuando llegaba tarde y se había acabado el menú; seguro que había algo en la cocina que me pudieséis hacer.

Lo que recuerdo de ti es tu sonrisa, el corte de tu melena, aquel lunar en tu rostro, encima de la ceja. Lo que recuerdo de ti es aquel momento en que te moviste dentro de la barra de la cafetería, gastando una broma a tu compañera de trabajo. Lo que recuerdo de ti es poco, pero suficiente para que tu rostro en los periódicos no sea lo que mi memoria guarda de ti.

Y me doy cuenta de que no he vuelto a ir a aquella cafetería de aquel teatro de Madrid desde que tú ya no estás allí.